domingo, 26 de julio de 2015

Doble muerte

    Viejos recuerdos se cristalizaran nuevamente este día. Recuerdos que conforman la época probablemente mas plena del tiempo que conforma mi existencia hasta hoy, 26 de julio.

     La muerte me ha asechado desde hace varios meses y aún hay asuntos pendientes. Es hora que concluya los prioritarios y finalmente pueda acudir al llamado insistente de los últimos días. El número 13 me espera, ese cristal translúcido de mis sueños que se profetizó a si mismo y apareció ante mi. Ahora sé qué es lo que debo hacer, mi intuición se ha despertado de un letargo como no ha ocurrido en mucho tiempo, consecuencia del hermetismo parcial autoinflingido ante el mundo cibernético masivo que acecha nuestra humanidad, que la arrulla con clicks y links, que hace dormir.

   Las representaciones psíquicas de mi comienzan a desaparecer de la mente de otras personas, regresan a mi y siento cómo recupero mi cuerpo mental que yacía perdido en otro plano, fraccionado en el espacio en quien sabe cuántos pedazos, se concentra en una especie de implosión.

     Entre vigilias identifico las señales del destino. Me he distinguido a mi misma en una luz no muy distante. Lo irreal se desvanece como humo, solo queda a mi alcance lo que me es necesario en el momento necesario. Los componentes de la realidad se autoensamblan con cada pensamiento, cada vacilación de una de mis manos, cada exhalación, y ello es reciproco. 



jueves, 2 de julio de 2015

Cómplice

      Los sicarios, o lo que sea que fueran, corrían delante de mi. Eran cerca de 10 de ellos. Sus uniformes eran negros, con protectores en todo el cuerpo, que a cuadro completo eran como armaduras blindadas, pero lo suficientemente delgados para permitir el mayor movimiento posible. No podía verles el rostro pues sus cabezas estaban cubiertas por cascos oscuros que les daban la apariencia de insectos gigantes. 
      Ascendían por el edificio nivel por nivel, revisando minuciosa pero rápidamente cada habitación de cada piso. Probablemente se trataba de un edificio construido hace mucho tiempo, de apariencia cuadrada, con muebles simplones e igualmente viejos y retazos de pintura amarillo pastel cayéndose de las paredes, dejando entrever el yeso debajo, afectado por la humedad.

      Los perseguía lo mas rápido que mis cortas piernas me permitían, aún así no dejaba de observar sus movimientos. Su forma de trabajar era perfectamente organizada, cada uno sabía la tarea que le correspondía para completar la  operación. Ninguno parecía hacer caso de mi presencia: una pequeña niña en vestido de no mas de diez años, corriendo tras ellos, jugando inocentemente a los policías y ladrones. A fin de cuentas no me interponía en su camino y tampoco representaba una amenaza para ellos. 

     Distinguí tres grupos diferentes. El primero iba al frente, naturalmente revisando el nuevo terreno. El de en medio, que se encargaba de los rehenes. Finalmente, el que cuidaba la retaguardia. Fue una situación extraña, dado que en todo el recorrido no vi a los perseguidores de ellos y tampoco percibí resistencia por parte de las víctimas
     Mi mayor asombro fue el grupo central, nunca había presenciado un modo tan poco ortodoxo de someter a una víctima. Ésta era recostada por la fuerza sobre una mesa y se sujetaban sus extremidades para que no se moviera. Posteriormente todo su cuerpo era envuelto a manera de momia, en algo parecido a una venda de yeso, con la diferencia de que quedaba petrificada al instante. No averigüe si morían por asfixia o solo quedaban inmovilizadas. Como resultado, en cada habitación inspeccionada quedaban varias de estas crisálidas sobre las mesas viejas o el piso manchado. Era una escena peculiar que despertaba cierta aversión e intriga al mismo tiempo. 
     Desconozco el objetivo de aquel modus operandi, pero en ese momento yo me autoproclamé como parte de aquella tribu de vándalos.. Ellos lo tomaron con cierto humor sin decirme nada, pues ellos sabían que a los ojos de una niña, todo era un juego. 
     Procedieron a salir a un pasillo exterior bordeado por un barandal, el cual llevaba a otra zona del edificio, debajo se veían unos cuantos árboles junto a la base del edificio. El líder dio una señal y todos se detuvieron. 

-Van muy atrás, pero pronto nos alcanzarán si no cambiamos de estrategia.
-No se preocupen, yo me quedo aquí a distraerlos. - Dije interrumpiendo el discurso. 

    Se hizo el silencio. Me miraron y luego se miraron entre ellos. Hubieron dudas y unieron sus cabezas para tomar una decisión rápida. 
    El líder se quitó su casco y pude ver su rostro. Se trataba de un hombre caucásico que apenas sobrepasaba los treinta años. Bien parecido y con cautivadora mirada ojiazul. Me tomó del hombro y me colocó cuidadosamente con la espalda contra la pared. Se agachó hasta igualar mi pequeña estatura.      Sacó un artilugio de su traje, parecía un pequeño cilindro de metal de no mas de dos centímetros de diámetro. Me tomó de la cabeza con su mano izquierda, me miró a los ojos y me sonrío. Con la mano derecha colocó la base del cilindro justo en medio de mi frente y cerré los ojos. Sentí una descarga eléctrica corriendo por mi cabeza, nada mortal ni que causara daños permanentes, pero si un chispazo de conciencia despertándome. Abrí mis ojos.

-Me duele la cabeza.- Le dije mientras me colocaba mi mano sobre la misma, en verdad fue desagradable. Solamente me sonrío.

    Comenzó a hacerme preguntas, pues él sabía que yo pertenecía a otra dimensión y era probable que no me recordara a mi misma. Es bien sabido que mucho recuerdos se pierden al entrar a dimensiones distintas. Las preguntas eran sencillas: nombre, domicilio. Tenía esta sensación de no tener control, como si estuviese alcoholizada. Las respuestas que salían de mi boca no era aquello que había pensado, aún así me daba a entender.
     Finalmente él me dio un beso en la frente, se puso el casco y dio la señal para avanzar de nuevo. Me dejó en medio de aquel pasillo. 
    Me gusta pensar que en verdad me consideró como parte de su campaña, siendo yo su elemento sorpresa de distracción. Después de todo, al no pertenecer a ese lugar yo me encontraba perfectamente a salvo pasara lo que pasara. Pero creo que al final solo se encargó de enviarme de regreso al lugar al que pertenezco.