Después de cierto número de prueba-error llegué a la
conclusión de que no puedes ir por ahí quejándote de la intolerancia de las
personas y de que las cosas no son como deberían, de las incongruencias
culturales y sociales y de las injusticias, pues no solo te vuelves
automáticamente un intolerante también, sino que además te vuelves un
misántropo, anarquista, amargado, infeliz, desgraciado, fenómeno, enemigo del
pueblo, fascista, nazi..
Pero está bien... guardaré silencio y dejaré de afectar a las
sensibles personas que conforman esta humanidad. Dejaré de recordarles que el
mundo no va tan de maravilla como a todos nos gustaría que fuera. Dejaré de
sabotear esta fantasía. Dejaré de criticar y comenzaré a dar aplausos;
ruidosos, estruendosos y por supuesto sarcásticos.
Aplaudir a una humanidad que no ha logrado superar los problemas
que se gestaron con el origen de la misma. A una humanidad que está latente,
pero solo eso, ya no hay nadie ahí afuera.
Le aplaudo al dinero, a la iglesia, al gobierno, a la mala
educación y a la guerra. Pero el aplauso mas sincero, y que es bien merecido es
para cada una de esas personas que ponen su grano de arena a alguna de estas
causas y que no piden nada a cambio, aunque probablemente lo harían si se
dieran cuenta del mérito que hacen sus inconscientes acciones, pues la
involución humana no se limita.
No solamente hacemos maravillas como justificar la guerra y
la masacre con el instinto de supervivencia y del mejor adaptado. ¡Por supuesto
que no! Hemos de reclamar el premio por mejorar nuestra técnica de involución.
Al ejército y la policía se les da una paga por extinguir a su propia especie.
Y no se diga de los inventores de armas nucleares y biológicas y de los
narcotraficantes.
Pero en este ecosistema, también hay ciertos grupos que no
pueden dejar de ser mencionadas. Aquellos que lograron encontrar el punto débil del ser humano como sociedad. Lo descubrieron y lo estudiaron, crearon una técnica y la perfeccionaron, toman el control y ¡vualá! Quedan convertidos en deidades; aunque no reconocidas oficialmente, pero si un poco menos absurdas y mas tangibles que las acostumbradas. Estoy hablando de los sistemas bancarios.
En un principio se inventó una moneda metálica que no puede alimentar
las costillas del hambriento pero si el monstruo de la codicia. Una moneda que
incluso ya no existe, que se ha convertido en un archivo de computadora, algo que ya ni siquiera existe y que claramente comprueba que no lo necesitamos.
Entre estos grupos se encuentra también su primo que se encargó de otro campo de estudio igualmente efectivo: la religión. Cuando los primos religión y dinero se dieron cuenta del potencial que tenían juntos, el mundo se convirtió en una fiesta.
La psicología humana no es tan compleja, solo se trata de encontrar puntos débiles, aunque a veces ni siquiera se necesita eso si se toma en cuenta que la mente humana no es mas que una esponja. Todo cuanto le digas tarde o temprano es absorbido en mayor o menor medida, y en esto el sistema evangélico se convirtió en el mayor ejemplo del asunto.
La gente busca tarde o temprano en otros medios lo que no encuentran en sí mismos, aunque generalmente no es mas que mera fascinación, un sueño.
Entre estos grupos se encuentra también su primo que se encargó de otro campo de estudio igualmente efectivo: la religión. Cuando los primos religión y dinero se dieron cuenta del potencial que tenían juntos, el mundo se convirtió en una fiesta.
La psicología humana no es tan compleja, solo se trata de encontrar puntos débiles, aunque a veces ni siquiera se necesita eso si se toma en cuenta que la mente humana no es mas que una esponja. Todo cuanto le digas tarde o temprano es absorbido en mayor o menor medida, y en esto el sistema evangélico se convirtió en el mayor ejemplo del asunto.
La gente busca tarde o temprano en otros medios lo que no encuentran en sí mismos, aunque generalmente no es mas que mera fascinación, un sueño.
Una humanidad con instintos primitivos de supervivencia
tergiversados en violencia, en guerras. Una humanidad insensible, dormida,
incapaz de asombrarse. Una humanidad que cree volverse algo parecido a Dios con
cada avance tecnológico.
Una humanidad que destruye su propio planeta y se siente
orgullosa de hacerlo y que además cree cristalizar su inmortalidad mediante
actos de ésta índole. Una humanidad que se realiza mediante el consumo sin mesura. No somos nada. Hacia la nada vamos. Al silencio al final
de la función que culmina con los antes mencionados estruendosos aplausos.
Así es, te aplaudo a ti mi maravillosa humanidad, tú que
todo lo destruyes, tu que todo lo devoras. Aplaudo tu orgullo y tu soberbia, y
a cada uno de esos individuos que no son mas que un cáncer.
Te alabo a ti empresario que explota a sus trabajadores, al trabajador mediocre, al burgués que desconoce los los límites de su burbuja de lujos, a la madre adolescente que jamás se preocupo ni se enteró del cómo ni el por qué, al esposo golpeador, a la amiga hipócrita, a la pareja infiel, al padre alcohólico, al policía corrupto, al sacerdote pederasta, a los estudiantes que se conforman con pasar, a los que roban, a los narcotraficantes, pero sobretodo alabo a los que a pesar de que pueden ver son ciegos, a los que a pesar de que les dicen que las cosas están mal, se ofenden, a los que saben que pueden hacer algo y no lo hacen, a los que tienen miedo y se dan media vuelta.
Ya nada puedo hacer
contra ti mi amada humandidad, ya no me queda mas que alabarte. Me maravillaré de de tu caos, por
la única razón de que cuando ya nada quede de ti, quizás y sólo quizás puedas renacer
en algo mejor. ¡Oh mi humanidad! ¡Mi perdición!
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