Y era el momento de la oscuridad mas profunda de aquella
noche, los recuerdos y el fantasma de mi futura muerte se entremezclaban en un
mismo ahora. Los sentimientos, pensamientos, sensaciones, recuerdos, ideales y
miedos; todo era un aglomerado sin fin alguno. Confusión.
-¿Por qué? ¿Por qué siempre se me asignan asuntos de tal
magnitud? Yo no puedo hacer esto sola. No quiero hacer esto de nuevo, ya he
tenido suficiente. ¿Es que algún día tendré algo a cambio? Pienso seriamente en
que sería mas feliz siendo una ególatra y viviendo para mi misma.
- Sabes que no estás obligada a hacer algo que no quieres.
-Siento como poco a poco me dreno de mi amor y mi
paciencia.
-El amor y la paciencia no son los medios, son el fin.
-¿Y cuáles son los medios?
-La fé.
-Pero ¿cómo distinguir la fe de lo que podría ser una
fantasía inalcanzable?
-La fe da fuerza, la fantasía desgasta y entorpece.
-Caigo en un sueño entonces.
-Mírame.
Cerré los ojos y entonces pude verlo y escuchar sus
palabras con mayor claridad.
-Has llegado hasta esta vida, mira a tu alrededor: nada
te falta y hasta te sobra, lo cual es prueba de que has hecho grandes cosas. Resplandeces
y aún así dudas de tu voluntad. Aún así dudas de compartir tu bienestar. ¿Temes
dar? ¿Quedarte con nada?
La nada es un concepto que fue inventado para crear
miedo, la nada no existe. La oscuridad
puede ser disipada, la luz no. – Me sonrió.
Abrí los ojos, recordé qué era yo: un guerrero de luz.
-No estás sola. Nunca nadie está solo. Sabes dónde
encontrarme en la tierra, ayúdalo a encontrarme, se le acaba el tiempo.
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