domingo, 16 de agosto de 2015

Ejército microcósmico.



    Otra noche insoportable. Confusión corría por mis venas, no deseaba mas que drenarlas de ella. Amor, odio, impotencia, todo y nada. El seguro puesto en el picaporte, las cortinas cerradas, mi nariz aplastada contra el colchón. Lucha y forcejeo. ¿Qué es real? Solo mis delirios. 

    Mi mente, alma y sentidos, en necesidad de algún tipo de calidez, inventan. Ya no sé qué es real. Por fin, después de semanas, he caído rendida. Suplico, no como lo hice en tiempos pasados, supliqué desde el fondo de mi ser, toda mi energía focalizada en suplicar.

-¿Por qué? ¿En verdad es necesario todo esto? ¿Por qué a mi? ¿Cuál es el crimen que estoy pagando? Alguien que me responda. - Solo los grillos hacían eco. 

    El dolor terminó conmigo, dio un fuerte golpe que fulminó cada célula de mi cuerpo. Morí. Quedé flotando en la nada. Solo podía fluir en la ausencia de todo lo que instantes atrás conformaba mi universo entero. 
    Una voz habló, no necesité que dijese palabras para entenderla. Por instantes supe que alguien respondería, o quizá nuevamente un delirio mío. Una vez mas, supliqué a mi propia locura que dejase de torturarme. La voz, tajante como una bofetada, me apaciguó. Un abrazo suprasensorial me rodeó. Algo que no lograba condensarse del todo debido a mi turbulencia. Esta vez puse atención.

    Una energía masculina, cálida pero puntual. Como un adulto que se ve accidentalmente obligado a mitigar el llanto de un niño ajeno, que cuenta con pocos minutos para hacerlo. 

-Por fin caíste en el fondo del pozo. Por ahora no lo comprenderás del todo, pero debe ser, ya que has logrado ver, aunque sea un poco, mas allá de tu propia muerte. Sígueme el paso. - Respiré.

    Y en ese estado de flotación tomó mi mano. Nunca pude ver su rostro, sin embargo imágenes llegaron a mi mente, escenarios de todo tipo: montañas, mares, nubes y galaxias. Finalmente otras longitudes de onda de luz reemplazaron paulatinamente lo anteriormente visto, creando una nueva imagen. Se trataba de una explanada con piso de mosaicos blancos, rodeada de jardinería muy básica pero bien crecida. Me parece que no muy lejos había una edificación grande y blanca, un gran pórtico sostenido por columnas dóricas al estilo de Le Pantheon parisino, a excepción de que tenía una cúpula mucho menos pronunciada. El escenario no fue lo mas importante. En la explanada habían cientos de personas, todas ellas con bellos ropajes blancos, conformando filas como lo haría un ejército. 
     Nos colocamos al frente de ellos y dediqué toda mi fuerza de conciencia para observarlos en aquel etérico estado. Eran cientos, quizás un par de miles. Mis ojos recorrían la escena lentamente y pronto me di cuenta: conocía a todos y cada uno de ellos: familia, amigos, ex-parejas, compañeros, maestros y conocidos. Los rostros mas cotidianos y relevantes estaban hasta el frente y conforme el enfoque de mis ojos cobraba esfuerzos descomunales por ver en las filas traseras, tratábasen de personas menos trascendentales en mi memoria.

-¿Qué significa todo esto? – pregunté.

-  La realidad nunca la podrás conocer genuinamente. De ella solo puedes tener una representación, un concepto que es creado por ti para lograr interactuar con la misma. Ese concepto puede cargar consigo cariño, amor, admiración, desprecio, miedo, odio y todo tipo de emociones. De todo ello, el amor que sientes por personas, seres, naturaleza y existencia en general, se desprende de las otras emociones y toma aquella forma representativa mediante la cual lo concebiste, normalmente su forma correspondiente a la del mundo físico. Luego termina en este lugar.
     Todos estos rostros los has conocido,  pero las personas frente a ti son concepción tuya, y son, en esencia, el amor que sientes por ellas. Es por eso que las personas que mas amas son el frente de batalla: tu fuerte.
    Este es el ejército que tu misma has creado. Cuánto mas ames, mas numeroso y fuerte será tu ejército, así como mas próspero el mundo en que habitan. Literalmente están dentro de ti.
    Ellos son, además, un nexo psíquico con la persona que representan; una antena receptora. Cuanto mayor sea el amor hacia una persona, mas empático y receptivo se será hacia la misma. Es por eso que cuando dos personas se aman profundamente la una a la otra, llegan a sentir y pensar de igual manera
      Esta revelación es la razón por la cual me enviaron.

Me quedé pensativa. Mi memoria infestada por un flujo de recuerdos, que en su tiempo, causaron todo tipo de impactos en mi: cicatrices. 

-Pero, ¿qué pasa con el resto? El odio y la destrucción. La desesperanza. ¿A dónde se van?

-Ama todo ello y entonces serás infinita. 






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