domingo, 29 de enero de 2012

SUPERANDO LAS DUALIDADES

     En el universo se encuentra lleno de dualidades: amor-miedo, bueno-malo, frío-caliente, blanco-negro.
  Estas dualidades se vuelven cada vez menos evidentes en dimensiones superiores, puesto que la desmaterialización vuelve las moléculas todas iguales y se unifican, lo único distinto una de otra es que vibran a diferente frecuencia, dejan de ser contrapartes y se vuelven complementos.
    Estas dualidades son representadas por manifestaciones, pueden ser personas, eventos, actos, puede ser lo que sea, todo lo que pueda ser percibido por los sentidos y la mente.
Para llegar a la comprensión de este equilibrio, el ser humano puede experimentar una o ambas partes de la dualidad, siempre y cuando al final retome de manera fija alguno de esos dos caminos, pues como ya conoce la contraparte (tridimensionalmente), al mismo tiempo conoce el complemento (tridimensionalidad desmaterializada) y solo queda descubrir como incorporar ambas partes en una sola, una comprensión integral de la interrelación de todas las manifestaciones que en una manera tridimensional pueden interpretarse como bien o mal.
    El desequilibrio se origina con la negación a la diversidad de manifestaciones. En este caso, ejemplificaré la negación del ser humano hacia lo malo: el caos.
   La negación de abrazar al caos, de entregarse al caos es una predisposición de miedo al sufrimiento, a la infelicidad. Al aceptar toda posibilidad, o toda manifestación de aquello que consideramos malo y borramos tal percepción (puede ser porque no nos conviene o porque creemos es algo inmoral)  es entonces cuando ya no se niega nada, no hay resistencia, se acepta el mal como parte del bien, deja de causar tal impresión en nuestra conciencia.
    El caos es la impotencia del ser humano de controlar el fluir de la sustancia universal a su conveniencia, pero primero se comprende y luego se manipula.
   Al ocurrir esto, las dualidades desaparecen en la percepción del individuo, no hay impotencia, no hay miedo, no hay codicia y entonces se trascienden los límites de la tridimensionalidad, incluso una cuarta y una quinta dimensión.
   Tal es el caso de las personas que sienten aversión al ver imágenes de esqueletos y cráneos. Consideran que la muerte fuese algo negativo, pero es algo perfectamente natural y hay que verlo como tal. Al aceptar la muerte, se acepta también la vida, y al venir una con la otra esa línea divisoria desaparece.
   Este es uno de los ejemplos más simples, pero las dualidades pueden llegar a tal complejidad o simplicidad como uno lo desee (otra dualidad que quizás es una herramienta para el entendimiento de muchas otras) pero sin salir del camino y tener en cuenta siempre que la finalidad es trascenderlas de forma integral. 

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